Hoy se acaba el Mes de María y termina con una fiesta que nos recuerda que no somos inmaculados. Esto no es una crítica ni un comentario pesimista, sino que una realidad. Es parte de nuestra naturaleza el cometer faltas, muchas veces sin darnos cuenta, y la Virgen María viene a ser la excepción que confirma la regla. No obstante, es más que una excepción.
Desde ayer en la noche cientos de ciclistas pedalean hasta el santuario de Lo Vásquez y cerca de un millón de personas peregrinan a este santuario mariano, y esto no es una exageración . Del mismo modo miles y miles de personas, en distintos lugares del mundo, acuden a los pies de la Virgen que abre sus brazos para recibirlos con sus penas y angustias, con sus alegrías y esperanzas, para acoger sus peticiones y sueños ¿Qué más nos dice esta fiesta? ¿Qué hay en medio de tanto movimiento?
Nos dice que acudimos a Ella porque queremos parecernos a Ella. En María vemos una mujer especial, fuente de consuelo y felicidad. Ella es un ejemplo de vida, por eso nos acercamos, para que se nos pegue algo de su bondad. En el fondo hay un anhelo en el hombre de ser cada día mejores personas.
Es cierto que no somos inmaculados ni perfectos, pero nos damos cuenta que nuestras faltas afectan a otros y que en la medida que dejamos de lado el mal vivimos más libres y contentos. No pienso en cosas muy elevadas. Por ejemplo, si somos más amables la gente nos tendrá más aprecio. Son detalles muchas veces, pero los detalles hacen la diferencia.
En este deseo de ser mejores Dios se hace presente. Por eso nos regala el ejemplo de María, la Virgen Inmaculada. Pongámonos a sus pies para que ella nos regale un poco de su bondad, para que seamos cada día un poquito más semejantes a la madre de Jesús.