Sin querer hacer una exégesis musical, vemos
cómo la música nos habla de la vida. No me refiero tan solo a Coldplay. Podría
decir, como Celia, que la vida es un carnaval, pero me quedo con lo que dice Nano: la vida es un gran regalo. Y tiene mucha razón, es quizás el mayor
regalo que tenemos, puesto que nos permite todo. Al fin y al cabo, sin vida no
podemos hacer, sentir, o bien, disfrutar como nos diría Wisin. Por eso es que
todos queremos vivir y vemos la vida como un bien, algo que queremos. Es algo
profundo en el hombre. En los animales lo vemos tan claramente en aquello que llamamos
instinto de sobrevivencia. Ellos nos muestran que quieren vivir, y nosotros, también.
Quizás por lo anterior nos choca tanto ver cómo
tanta gente muere producto del conflicto árabe-israelí. Hoy por hoy, sin duda
que aparece la vida como un opuesto a lo que sucede en oriente medio. Aun así,
en Gaza podemos ver que en medio de violencia y muerte, la pequeña Shaima nos
muestra cómo la vida quiere vencer. Lamentablemente, a pesar del
esfuerzo de los médicos, no siempre es posible que la vida triunfe. Dicho esfuerzo
me parece semejante al de los médicos rancagüinos, que realmente buscan el bien
de las personas, y no se transforman en verdaderos “matasanos”. Podemos continuar
citando casos y aparece el Dr. Besio que está en contra del aborto, y no por
temas puramente religiosos.
Aun así, han aparecido, según describe Esposito(1) , visiones que apuntan a que hay vidas
que son mejores que otras, e incluso algunas que no merecen ser vividas. Me
parece que esto para la mayoría no tiene sentido. No es concebible la idea de
que haya personas que “merezcan” vivir más que otras. No es un tema de años,
sino que de individuos, personas. No se es más persona por la edad que se tiene.
Sin embargo, hoy aparece como una opción aparentemente válida que haya vidas y
libertades que son superiores. Es cosa
de ver propaganda pro-aborto, que pone el derecho de decidir por sobre la vida,
lo que no se aleja demasiado de lo que se practica en Gaza.
Ciertamente, esto no pretende ser una defensa sistemática
en favor de la vida, sino que tan solo ver un poco lo que está más a flor de
piel, aquello que se entiende más por sentido común que por argumentos
finamente elaborados. Tampoco quiero dármelas de político, de filósofo o de
poeta– aunque en el fondo me encantaría – pero creo vale la pena darle una
vuelta al tema. En fin, son muchas las cosas que hablan de la vida y pensé que
sería bueno hablar de ella.
Es así como, en medio de este pensamiento escrito, aparece una pregunta, ¿Cuál es el valor de la vida? Si mal no recuerdo, en
clases de economía escuché que se podría calcular el valor de la vida humana. Vendría
a ser algo así como el valor presente de la utilidad que genera una persona en
toda su vida. No hay duda de que esto es algo meramente economicista y que
carece de una visión adecuada de lo que significa la vida humana.
Nos preguntamos de nuevo, ¿Cuál es el valor de
la vida? Sinceramente yo no tengo una respuesta acabada. Cada uno podría ver
cuánto vale su propia vida y la de los demás, especialmente la de los más
cercanos. Aun así, creo que la vida es un gran regalo. Es un tan valiosa
que hay que cuidarla a toda costa, y por eso me parecen tan loable el esfuerzo
por protegerla, ya sea en Gaza o en Rancagua. Y donde triunfa la vida, sin
duda, está Dios Presente.
(1) Esposito, R. BIOPOLÍTICA Y
FILOSOFÍA. Buenos Aires: Grama ediciones, 2006.
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