Llegó
septiembre y para muchos esto es sinónimo de asado y empanadas. Sin embargo, me
parece que es un buen momento para ver que el mes de la patria va más allá de
los festejos. Estas fiestas quieren ser
más que una buena excusa para celebrar; parecen ser una invitación a soñar qué país queremos, y sin duda, algo que
todos queremos es el tener un Chile más justo.
Jesús una vez
dijo: “Al que se le dio mucho, se le
pedirá mucho; y al que se le confió mucho, se le reclamará mucho más” (Lucas
12, 48). Me parece que estas palabras se aplican perfectamente a los líderes empresariales
del país, un grupo tan decisivo, capaz de marcar la diferencia en lo que sucede
en nuestro país.
Y hace algunos días tuve la oportunidad de participar en la presentación
del documento “La Vocación del Líder Empresarial” organizada por la USeC. Reconozco
que me llamó la atención que la conferencia fuera en un hotel bastante elegante
de la capital, considerando el tema que se abordaría.
Es fácil cuestionarse
o criticar qué hace un cardenal en un hotel así. Pero fue precisamente ahí
donde me di cuenta de una nueva
dimensión de las periferias que habla el papa Francisco. No se trata tan
solo de ir a lugares olvidados por la sociedad, sino también de aquéllos en los
que pareciera que los hombres se han olvidado de Dios.
En este
sentido creo que por más que fuera un lugar bastante lindo, se trata de una
periferia, un lugar límite, ya que por cómo funciona el mundo, pareciera que Dios está completamente fuera
del mundo de los negocios. Por eso mismo me parece tan valiosa la visita
del cardenal Turkson a los empresarios. De esto se trata salir al encuentro del
otro: llevar el evangelio justamente donde es más urgente.
El cardenal
no quería juzgar ni criticar a los empresarios, sino que darles una mano para
unir su trabajo con la acción creadora de Dios. Del otro lado, ellos mostraban
una apertura a un mensaje que los llamaba a unir criterios económicos como eficiencia y competitividad, con la
conciencia de la dignidad del hombre y el bien común.
Es en este anhelo, o al menos en este llamado que hizo el cardenal ghanés,
que Dios se hace presente, aunque aún falte mucho por avanzar.
Dios se muestra en esta sincera búsqueda de hacer algo más que negocios, aunque
sea difícil en su posición. Y este gesto me hace mirar el futuro con mayor esperanza.
En medio de tantos signos desalentadores me alegra saber que hay empresarios
que se cuestionan lo que están haciendo y que reconocen que hacer negocios no
se reduce tan solo a ganar dinero, sino que tiene un sentido trascendente y que
son capaces de construir un mundo mejor para todos.
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