Hace algunas semanas comenzaron a aparecer los primeros carteles y en unos días más – este jueves 23 de abril –
se estrenará la película “El bosque de Karadima” (ver trailer). Lamentablemente está basado
en hechos reales, lo cual a mí parecer supera ampliamente lo que han sido Penta, Caval o SQM para la política chilena.
Ciertamente, el caso Karadima de ninguna manera es
justificable o defendible. Los abusos dentro o fuera de la Iglesia son y serán siempre
algo repudiable y nefasto. Es por eso que el papa Francisco ha pedido perdón por el daño, no solo en general, sino que también en ocasiones particulares y apersonas concretas, como sucedió con cierto joven español.
Por mí parte, no pretendo por ahora comentar la cinta o el
asunto en general. Quisiera simplemente compartir algunas miradas que pueden ayudar a abordar
la película con mayor perspectiva y ofrecer cierto contexto que permita juzgar
con más elementos lo expuesto en este largometraje. Al menos espero que al ir al cine el único pensamiento no sea “todos en la Iglesia son iguales”.
En primer lugar, creo que es necesario tener
claro que el bosque de Karadima es, en cierto sentido, "tan solo" eso, un bosque dentro del mundo que es la
Iglesia. El mismo papa Francisco, antes de asumir el pontificado, estaba con
los pobres y marginados. Por eso sus palabras de salir al encuentro de los más
necesitados, misericordiar, y buscar la paz y la justicia, no son solo un lindo
discurso, sino que fruto de su vida y reflexión, son ante todo su manera
de vivir el evangelio. Es así como no hay duda de que la imagen de Francisco contrasta radicalmente
con Fernando, siendo ambos miembros de la misma Iglesia y
contemporáneos.
Vamos un poco más allá. El papa actual no es el
único que muestra una Iglesia diferente a la que presenta la película de Matías
Lira. Son muchos, muchísimos, los casos de fidelidad al mensaje de su
fundador. No hace falta mirar al pasado y nombrar a san Francisco
de Asís o San Ignacio de Loyola. Tampoco es necesario volver al Chile de los
años cuarenta y hablar del P. Hurtado. Podemos missão Belém (ver video), que se
dedica a sacar a personas de la droga con el evangelio en la
mano. O bien, algo similar que ocurre en la Legua, con la comunidad terapéuticaJoven Levántate, iniciativa que surgió al alero de la parroquia san Cayetano y
animada por el mensaje de Cristo.
No es mi objetivo bajar el perfil, ni mucho menos defender lo indefendible. Aun así los hechos hablan por sí solos y, aunque sin tanta propaganda, ejemplos hay muchos de cómo la Iglesia sí es fiel al mensaje de Jesús. Hace un par de años, tuve la
oportunidad de conocer de cerca el asilo Vila Itagiba, en Brasil (ver video). Allí mujeres
alegres y valientes se dedicaban a cuidar ancianos, impulsadas a servir desinteresadamente a Cristo
presente en el prójimo. Seguramente quien lea este artículo conoce ejemplos que
podría agregar a una extensa lista de quienes sirven desde la Iglesia, la misma Iglesia de Fernando Karadima, a los más necesitados.
Sin duda que el daño que puede hacer una
personalidad enferma con poder es muchísimo. Sin embargo, y por más terrible que
sea, hay también muchas personas dentro de la Iglesia que hacen el bien y no
solo con los más pobres. Si bien, el mal cometido es terrible, reducir a la
Iglesia tan solo su lado negativo me parece un error.
Reconozco que me duele la Iglesia. Me duele
saber que sucedan estas atrocidades. Pero aun así creo que, a pesar de estas
grandes heridas, Dios sigue actuando. Para mí, Dios está presente en la
Iglesia, así como tristemente también lo está el mal. El mismo papa BenedictoXVI lo reconoció. Por eso esta película, que nos relata aquel que fácilmente
puede ser el hecho más doloroso de la Iglesia chilena, nos pide a gritos que estos crímenes no vuelvan a ocurrir dentro ni fuera de la Iglesia. Sin embargo, no
hay que olvidar que son muchos más los casos de personas que hacen el bien
inspirados por Jesucristo.