Mañana empieza la Copa América y Chile vuelve a soñar. En medio de
tiempos revueltos en política y educación, el fútbol ocupará parte importante
de nuestra atención. Es así como este jueves reviviremos en parte lo que fue el
mundial y una vez más quiero expresar que creo
en la roja.
En Brasil estuvimos a punto de lograr una gran
hazaña y lamentablemente no se pudo. Sin embargo, quedamos con un sano orgullo
por lo mostrado, un juego que propuso y que nos hizo pensar que eran posibles
cosas grandes. Los jugadores dieron lo mejor de sí, pero no fue suficiente. Ahora tenemos una ocasión para la revancha.
Dentro de los próximos días tendremos la oportunidad de quitarnos el gusto
amargo que nos dejó una la derrota apretada.
Si tras el mundial la fe del pueblo chileno se
desmoronó, ahora tenemos motivos para volver a soñar. Todo el mundo fue testigo
de que los milagros existen, como lo fue el triunfo frente a España, campeón de
Sudáfrica 2010. Ciertamente no son milagros en estricto rigor. Los goles no
cayeron del cielo, sino que fueron fruto del esfuerzo y dedicación de muchos, incluso
a pesar de que los pronósticos eran desfavorables. En este caso va más allá de los
jugadores y del técnico. Se trata también de los miles de hinchas que estaban alentando
en el estadio y los millones que seguíamos el partido a la distancia.
Esto muestra lo que es la fe: creer en algo no por las razones, aunque
parezca difícil. Claro que hay motivos para confiar en la selección, pero nuestra
esperanza en Alexis, Arturo y compañía va mucho más allá. Sin duda, durante
estos días la fe de los chilenos vuelve a
emerger. Se trata un fenómeno que supera la lógica y los pronósticos, que aunque
parezca imposible no lo es. Y, durante este mes tan particular, todos seremos
testigos de que la fe es algo humano y
casi tangible.
No obstante, se dice que vivimos en un mundo
sin fe, pero ¿es realmente cierto? Me parece que no y el fútbol da cuenta de
ello. Tan solo nos falta darle espacio,
entenderla como parte de la vida. Verla como algo más natural de lo que se la considera.
Así como en el deporte rey, el mundo está lleno de fe y también de milagros del
día a día, cotidianos. Es increíble ver cuántas personas entregan por otras sin
esperar nada a cambio, que trabajan por hacer del mundo un mejor lugar, sin
importar raza o religión.
Ahora solo queda esperar nuevos milagros aquí
en casa. Y es en esta fe sencilla donde
hay un espacio para que Dios aparezca.
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