Reconozco que esto se aleja un poco de lo que
este blog pretende. Sin embargo, no puedo. No puede ser de otra manera. Pasó noviembre
y no puedo no escribir sobre el mes de María. Sinceramente es algo que me
supera.
Sin embargo, no se trata solo de un dogma de
fe. El mes de María se toma la vida de nuestro pueblo chileno, por eso es
presente, por eso escribo sobre él. Va más allá de una verdad religiosa. Es fe
viva de un pueblo que se aprecia en colegios, parroquias, hogares y lugares de
trabajo, aunque no aparezca demasiado en las noticias o en los diarios. Por eso da que hablar, aunque pueda sonar repetido o trillado.
Claramente no es algo tan mediático como el
fútbol o la Teletón. Pero no hay duda de que moviliza muchísimas fuerzas y a
muchas personas en un momento del año en que el cuerpo pide a gritos tener
vacaciones. Se trata del comienzo del periodo de exámenes, se rinde la PSU y
muchas empresas se comienzan a preparar para el fin de año. Los trabajadores
comienzan a mirar el verano que se avecina y esperan con ansias las merecidas
vacaciones.
En resumen, es quizás la época del año en que
aumentan las exigencias y hay mayor cansancio acumulado. En otras palabras,
pareciera que no es el mejor momento para inventar actividades extras para
alabar a la Madre de Dios.
No obstante, aunque parezca contradictorio, las
exigencias que surgen del mes de María, en vez de ser un peso que dificulta continuar en esta dura etapa del año, son un estímulo para sacar lo mejor de
nosotros cuando estamos más demandados. María nos anima a entregarle las flores
de la caridad, el amor a Dios y a
nuestros hermanos.
Si hay alguna duda, basta ver que son miles las
personas que peregrinaran al San Cristóbal a ver a la inmaculada, o se preparan
para ir a Lo Vásquez. Las muestra de fe y de amor son tan numerosas como diversas.
San Alberto Hurtado decía María mírame. Del mismo modo, el P. Hernán Alessandri (1935 – 2007),
sacerdote, teólogo y fundador de María Ayuda, fue un hombre que amó
profundamente a María, no solo un mes al año, sino que toda su vida. De ahí
recibió la fuerza para entregarse de modo sencillo a todos sin distinción. Estos
son solo ejemplos, aunque excepcionales, de chilenos que hicieron de su vida
una continua entrega de flores a María. Cada flor es signo del amor a la madre
de Jesús y un aporte sincero para construir un Chile mejor.
De este modo, el mes de María es un tiempo en
que Dios se hace presente de manera especial en medio nuestro. Sin mucha bulla,
Dios se hace presente en el amor de un pueblo a su Madre. La fe viva dice a
gritos que en medio de las tribulaciones
de esta vida el amor a la madre de Dios es real y es capaz de despertar lo
mejor de nosotros, al igual como lo ha hecho con tantos otros. Ella nos invita
a levantar la mirada y ponernos en sus manos. En ella, que nos cuida y nos
guía, Dios se hace presente de un modo especial, no tan evidente ni tangible,
pero no por eso menos real.
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