martes, 23 de diciembre de 2014

Navidad, tiempo para recibir

Mañana es nochebuena. Pasó Halloween y las grandes tiendas y supermercados se vistieron con atuendos “navideños”. Mientras muchos corren comprando, se nos olvida que la navidad es una fiesta cristiana. Sí, cristiana.

Es cierto que los regalos son una muestra de cariño y preocupación por el otro; una forma de salir al encuentro de nuestros seres queridos y de aquellos con los que compartimos cotidianamente. Incluso hay nobles campañas para ayudar a los más desamparados. No estoy en contra de dar regalos en navidad. A todos nos gusta recibir algo, por más pequeño que sea.

Sin embargo, las compras van dejando de lado el verdadero sentido de esta fecha. Se trata de una fiesta fundada en un acontecimiento concreto que sucedió hace ya bastante tiempo: el nacimiento de Jesús en Belén.

Y como la venida de Cristo al mundo es algo que me queda grande, prefiero compartir unas palabras del padre Esteban Gumucio.

“Mirando el pesebre me gustaría poder gritar:
‘Miren, nosotros los cristianos seguimos a un hombre
que no tiene cuna de reyes, sino brazos de carpintero’.

Su ejemplo es la ‘justicia’ transida de humildad.
Sigo a un hombre que me quiere libre, sin cadenas.

Lo grande a servir lo pequeño...
el rico hecho pobre para vestir al desnudo...
el pan, para compartirlo...
y dejar de ser cada cual instalado en lo que era...
para ser cada cual mucho mejor de lo que era...

Y hermanos tú y yo y ustedes todos.”[1]

A esto nos llama la Navidad. No es en primer lugar una fiesta para dar, sino que para recibir, recibir a Jesús que quiere volver a nacer en medio nuestro. No es solo recordar que vino. Démosle tiempo y espacio estos días. Dejemos de correr y comprar tanto, para que pueda llegar a nosotros, así el Dios hecho niño se hará presente en nuestras vidas y en nuestros hogares.  


[1] P. Esteban Gumucio (1914 2001), SIGO A UN HOMBRE LLAMADO JESÚS. Sacerdote chileno de la Congregación de los Sagrados Corazones.

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